La salud mental y el surfing
Hace unos meses, el mundo se revolucionó cuando Simone Biles, gimnasta estadounidense, anunciaba en plenas olimpiadas que abandonaría la competición de equipo. ¿Los motivos? Según ella misma contó, debía cuidar de su salud mental. Y eso es lo primero. ¿Por qué todavía cuesta tanto entender que sin eso nada de lo demás estará bien? Para apoyar el Día Mundial de la Salud Mental, hoy queremos hablaros sobre la salud mental y el surfing: una relación simbiótica.
Antes de nada, aclarar que el surfing no es sustitutivo de la terapia con especialistas. Simplemente es una herramienta más que os ayudará en vuestro proceso. Está comprobado científicamente que el surfing ayuda a quienes lo practican a reducir su ansiedad. Al final, el agua es un elemento muy relajante, y surfear requiere de mucha concentración, lo que nos ayuda a estar presentes, a conectar con el aquí y ahora.
Estadísticamente, las personas que surfean tienden menos a la depresión, o a los pensamientos intrusivos. En esto, influyen muchos factores, como el contacto con la naturaleza, el ejercicio físico, o el hecho de que surfear implica desconectar de las responsabilidades y simplemente dejarse llevar.
Además, como ya os comentamos alguna vez, el surfing nos aporta confianza en nosotros mismos, al redescubrir nuestro afán de superación. Es un deporte estupendo para seguir trabajando en nuestra autoestima y nuestra gestión de emociones.
Por otra parte, la salud mental es uno de los pilares fundamentales para cualquier pro surfer: necesitan entrenar su mente tanto como su cuerpo para enfrentarse a entrenamientos, campeonatos, frustraciones… Por eso decimos que la salud mental y el surfing tienen una relación simbiótica, porque ambos aportan al otro, ¡y son mucho mejores juntos!