El primer surfista de Fuerteventura
– Se llamaba Surfer y su vida no era nada sin el mar. Nunca fue pequeño, así que de su infancia no se sabe nada. Ni yo, ni nadie. Desde muy joven se le conocía como “Pirata Sediento”, porque siempre quería más. Más poder, más oro, más botines, más sangre, más mujeres…
Surcaba los mares al timón del barco que él mismo capitaneaba, y no hacía caso a sirenas, seguía un objetivo. Dedicó toda su vida en busca de un preciado tesoro que ni siquiera él sabía donde estaba, que no sabía si encontraría.
Dio la vuelta al mundo y conoció todas las tierras mucho antes de que nadie las conquistase, las colonizase, las catalogase. Tierras libres, como lo era él. A cada viaje unas cuantas botellas de ron le amenizaban el camino. No quería escuchar a nadie, solo ver el ir y venir del agua, el sonido del océano. Pasaba las horas sin ni siquiera mirar el horizonte… solo aquel azul.
Una noche de juerga. Foto: Flickr
Y entre ron y mar buscaba y buscaba, se imponía a todo aquel que se cruzaba en su camino, que le impidiese encontrar el tesoro más preciado.
+ ¿Y dónde estaba?
– Pues siempre lo tuvo delante. Un día, cruzando el Océano Atlántico su barco fue a parar a una isla que jamás había visto. Su belleza era tan asombrosa que, tras fondear, decidió tirarse a sus aguas, que lo atraparon para siempre.
Mandó a uno de sus piratas de confianza construir un pequeño barco que le permitiese acercarse más al mar. Su carpintero le construyó una gran tabla de madera, de al menos 40 kilos. ¿Te imaginas?
Con su primer barco. Foto: The Huffington Post
– Surfer no podía creerlo, al fin lo había encontrado, eso por lo que tanto había luchado, eso… No era más que el mar y una tabla para poder observarlo en paz. Muy pronto se dio cuenta de que aquella tabla le permitiría la comunión más perfecta con el océano. Muy pronto descubriría el surf.
Con su tabla versión pro. Foto: The Huffington Post
Aquella isla era Fuerteventura; aquel pirata, el primer surfista de estas playas. Un pirata atrapado en la belleza del agua y de nuestras playas. Y, quizás, si no fuera por él, hoy no estaríamos aquí. Por él, el surf tiene ese nombre, y nosotros tenemos Free Surfers, porque somos libres como lo fue Surfer.
+ ¿De verdad, papá?
– Al menos, hoy será la tuya y la mía. Y duérmete que mañana tienes clase con Iza.
+ ¡Sii! Surcaré las olas como el Pirata Sediento…